Sambo entró a un supermercado en busca de comida, llamaron a recogida de animales para que se lo llevaran de allí. Una chica que lo vio se lo llevó a su casa para que no acabara en mal lugar. Llevaría días vagando, tenía una herida en la cabeza, estaba sucio y llevaba broza enredada en su pelo.
Sambo estaba en shock, se quedaba sentado mirando la nada, sólo se movía para comer y beber algo. Al cabo de una semana empezó a coger ánimo y fuerzas, poco a poco fue demostrando su lado bueno y tierno.
Ahora es uno más del albergue, un bonachón achuchable de ojos preciosos, es un pececito grande, le encanta estar en el agua.
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