Pasaron sus primeros meses de vida en un chenil, hasta que por fin fueron a una casa de acogida, por eso al principio les costó un poco confiar en las personas, pero han superado sus miedos y ahora son muy sociables, cariñosos y juguetones.
Es fácil distinguir a estos hermanitos, porque Punki tiene unos remolinos maravillosos en el pelo que parece que tiene una cresta, de ahí su nombre. Parece una de esas cobayas con el pelo todo revuelto, y resulta súper divertido.
Kiro es un deportista nato; le encanta que le lances juguetes o bolas de papel, ir corriendo a por ellas y traértelas para que vuelvas a lanzárselas.
Se llevan genial; les encanta jugar entre ellos a perseguirse, a pelear, jugar con el plumero… También les gusta quitarle el asiento su mamá de acogida en cuanto se levanta (porque lo deja calentito para ellos) y echarse largas siestas acurrucados el uno junto al otro.
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