El tiempo pasa volando y sin darnos cuenta, todo tiene final.
A Harry lo abandonaron siendo un cachorro en una colonia este verano. Lo lanzaron sobre una valla y sería supongo al caer -porque no todos los gatos caen bien- que se rompió el ligamento. Sobrevivió dos meses arrastrando la pata herida, que no podía usar, gracias a las alimentadoras. Pero él no pertenecía allí, y a su lesión se unía el rechazo del resto de la colonia.
Pasaba los días escondidos, huyendo de humanos, perros, gatos, aterrorizado.
Gracias a una persona increíble que le abrió las puertas de su casa y a lxs donantes pudo operarse, pero necesitó muchas sesiones de fisioterapia, se alargó todo y las compañeras que en principio le esperaban, ya no lo hacían. No sé si es culpa de alguien, si quizá es culpa mía, la cuestión es que pedí un mes de acogida y lleva siete. ¿Cuál es el límite? No tiene otro sitio al que ir.
La cirugía le permitió volver a usar su patita para jugar, acicarse y robar cosas ricas, pero no la apoya para caminar y eso, quizá, le coloca al final de la lista de candidatos de la gente que busca un gatito al que adoptar. Sin embargo, a la persona correcta, a la persona especial a la que pertenece Harry y que aún no lo sabe, no le importará.
Es un gatito casero de poco más de un año que fue abandonado y que se dió la oportunidad de volver a confiar en las personas, esas que tenemos las llaves de su futuro en nuestras manos, porque nosotrxs somos quienes podemos dar visibilidad a su historia hasta llegar al corazón de una familia que se de cuenta al verle de que es todo lo que faltaba en sus vidas.
Está en Sevilla, es negativo a inmunodeficiencia y leucemia, convive con otros gatos sin problema y podría viajar a otras provincias. Su vivienda debe tener protecciones en las ventanas y balcones que impidan que se pierda o se caiga.
Os ruego, si habéis leído hasta aquí, le regaléis el privilegio de ser difundido. Sólo así puede cambiar su futuro.
ellegadodearoa@gmail.com
