Paco no ha tenido suerte en la vida y sus experiencias le han dejado traumas difíciles de superar. Te parte el alma verle porque, por un lado, se muere de ganas de recibir cariño, busca a los voluntarios y se pega a ellos rogando caricias en la cabeza. Por otro, no soporta llevar correa ni que le toquen el cuerpo, se defiende de forma instintiva e inmediata con cualquier roce.
Por lo poco que hemos podido averguar, durante años padeció de mucha soledad y de golpes en el lomo en los ratos de compañía.
Paco necesita trabajo, paciencia y mucha comprensión. Y sobre todo necesita mucho amor, todo el que alguien le negó, cambiándoselo por dolor.
Vamos a luchar por ti Paquito. Hay cicatrices que no podremos borrar, pero hay heridas que aun pueden sanar y permitirte aprender a confiar.
Si quieres apadrinar a Paco e ir conociendo su evolución, escríbenos.
