Marley ha pasado 10 largos meses en la perrera de Sevilla, poco tiempo después de llegar fue trasladado a la perrera externa, instalaciones no visitables donde nadie podía verle. Su ficha no estaba disponible en la web por lo que tampoco nadie podía saber que existía y que esos ojos tristes tenían cada día menos brillo.
Cuando fui a por él tenía tres años aproximados de vida, un diente roto probablemente de morder las rejas de su chenil y una evidente desnutrición. Los besos que me ha dado al conocernos son la carta de presentación de un corazón noble al que no le han dado nunca la oportunidad de ser querido ni respetado. Es un cruce de razas mal llamadas potencialmente peligrosas y eso, por primera vez en su vida, no significa nada.
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