Sofía y París han tenido la mala pata de sufrir el fallecimiento de su dueño y de no encontrar a ningún familiar que se pudiera hacer cargo de ellos.
Llegan para formar parte de nuestro súper equipo de abueletes, ya que llevaban toda la vida con su dueño y no esperaban que él se fuese antes.
Por eso, esperamos poder encontrarles su último hogar, y que puedan irse cuando les toque pero en un hogar calentito y en una familia que les de unos años maravillosos.
Nuestros abueletes siempre son los más invisibles, nadie quiere a un perro mayor. Nos olvidamos de lo tranquilos que son, de que son los que tienen más amor, cariño y agradecimiento. Son dulces y cariñosos, siempre están ahí. Nos olvidamos de que merecen las mismas oportunidades que los demás, incluso más, porque se merecen cruzar el arco iris cómodos, cuidados y habiendo sido queridos hasta el último momento.
