Kit y Kat llegaron siendo muy pero que muy pequeñitos, del tamaño de un ratón, desvalidos y helados sin saber el porqué su mamá no había podido volver a recogerlos. Han tenido la suerte de ir a una casa de acogida donde se han convertido en unos preciosas bolitas de pelo pizperetas, alegres, simpáticas, cariñosas, dulces y mimosas que se pueden pasar el día jugueteando de un lado para otro y luego dormir largas siestas abrazaditos. Si no tenéis ningún gatete y estáis pensando en adoptar siempre es mejor que sean dos juntos para que se hagan compañía cuando no estéis en casa, y ¿qué mejor que dos hermanitos adorables como Kit y Kat? Animaros y seréis una gran familia feliz.
Utilizamos cookies propias y de terceros para fines analíticos y para mostrarte publicidad personalizada en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación (por ejemplo, páginas visitadas). Clica aquí para más información .