Manoli vivía en una casa con un señor al que la policía fue a detener, pero se escapó antes de que llegasen. La casa fue precintada con los perros dentro, pero unos días después Manoli salió de la casa, la recogieron y la trajeron al albergue. El primer día estaba asustada y era desconfiada, ¡pero ahora es un amor!
Ya se ha aprendido su nombre y parece que no le disgusta tener que estar aquí. Se lleva bien con todos, le encanta pasear y es muy limpia. A veces quiere jugar con su compañero de jaula, pero si hay varios jugando no suele acercarse a ellos.
Le encanta jugar con todo tipo de juguetes, pero sobre todo con la pelota de fútbol, con la que se divierte moriendola y persiguiendola.
Con la gente es muy muy cariñosa y busca caricias y abrazos.
Tiene mucho interés por los gatos y si pudiera perseguirlos lo haría sin dudarlo.
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