Cuando una mano se levanta, la única reacción de Rai es lanzarse en su busca, porque la sabe proveedora de caricias y amparo del alma.
Era demasiado pequeño cuando le abandonaron y los recuerdos que tiene, son todos buenos.
En sus tresmesecitos de vida, no ha escuchado grito ni desespero, ni regañina ni gesto que le hiciera sentir de menos y será por eso que es un bebé alocado y seguro, con la confianza suficiente para investigar el mundo sin temores; y es precioso verle aventurarse y meterse en líos de niños chicos.
Rai empieza la vida con la mochila vacía de miedos y llena de ilusiones y oportunidades. Cuanto más crece sin familia, cuanto más tiempo pasa sin que le adopten, más difícil se hace seguir garantizándole todo eso.
No puedo saber de qué raza es ni tampoco certificar el tamaño que tendrá de adulto. Parece que será mediano, mediano de 25 kilos, pero es una estimación, y parece que eso supone un gran problema.
Lo que sé seguro es que tiene un corazón precioso y que necesita una familia responsable con muchas ganas de seguir enseñándole la cara bonita de la vida, donde se escriben finales felices con dignidad, respeto y amor verdadero.
Rai está en Sevilla, es apto con gatos y puede viajar a otras provincias.