Algunas veces intentamos animar a nuestros mayores para que salgan más de casa y se relacionen, regalándoles un cachorro. Es un claro error ya que las dos edades y las necesidades energéticas de cada uno, son totalmente contrapuestas y resulta perjudicial, tanto para la persona como para el animal.
Este es uno de esos casos.
Pipa es una preciosa joven perra de 4 años, educada y vital, que necesita un nuevo hogar.
Ella es uno de esos animales que en su día fue un regalo “equivocado”.
Con todo el dolor de su corazón, su actual dueño, octogenario, ha decidido separase de su compañera canina para buscar alguna familia que pueda darla la actividad que la perra necesita, ya que su actual estado físico no le permite hacerse cargo de un animal de éstas características.
Pipa, aunque es una perra tranquila y supersociable, necesita un ambiente activo donde dar rienda suelta a la energía y vitalidad propias de su edad.
