Mateo no ha tenido una vida fácil. Llegó a casa por el capricho del hijo, pero cuando creció ya no era importante, y acabó en la terraza de la vivienda. Allí tuvo que sufrir las inclemencias del tiempo. A veces tenía la suerte de que, cuando llovía, una vecina le abría la puerta y se cobijaba en la escalera.
Unas chicas se enteraron de su situación y se lo llevaron de acogida para buscarle una nueva familia, pero al llevarle al veterinario y realizarle las pruebas, dio negativo en SIDA. Ello conlleva que sea más difícil encontrar esa familia que tanto necesita.
Es un gato precioso, y sobre todo muy bueno. Dale una oportunidad, dale un hogar. Seguro que no te arrepientes.
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