Robin llegó a nuestro albergue en el año 2018 con una pata en estado catastrófico. El dueño nos contó que Robin tuvo un accidente pero, debido a los ausentes cuidados veterinarios que recibió, la pata estaba casi necrosada por completo. Al principio, no sabíamos si la pata se podría salvar o tendría que ser amputada pero, tras luchar por garantizar la calidad de vida del animal siempre bajo recomendaciones y consejos veterinarios, no fue necesario amputarla.
En el transcurso de lo contado anteriormente, Robin tuvo la gran suerte de estar de acogida y, más tarde, ser adoptado.
Por fin, Robin había encontrado su final feliz. Pero, en ocasiones, la vida nos da un revés y las circunstancias cambian. Su familia, por temas personales muy serios, no puede seguir haciéndose cargo de él y ha tenido que volver al albergue en el mes de julio del 2020.
Robin es un perro con una energía muy alta y necesita una familia que sepa cubrir todas sus necesidades. Es un perro al que le encanta correr, saltar, jugar y pasárselo bien.
Es muy bueno, joven, activo y cariñoso. Necesita una familia que comprenda cómo es, que establezca una rutina estricta de educación y cuidados, ya que Robin pertenece a una raza que requiere de entrenamiento. Es sociable con perros, siempre realizando las presentaciones adecuadas. Se porta estupendamente en casa y es un perro maravilloso con un corazón gigante.
Lamentablemente, no merece todo lo que le ha pasado pero ahí está nuestro Robin, aguantando y luchando como un campeón para recuperarse y encontrar su familia definitiva.
